David Garzon
El Asperger y la soledad
Muchas
personas se sorprenden de las distintas características que, en su
comportamiento, presentan las personas con un Trastorno del Espectro del
Autismo (TEA). Estas diferencias se acentúan en la edad adulta, pero ya
desde pequeños algunos comportamientos, particularmente en las
relaciones con los demás niños, son comunes, y uno de esos
comportamientos es el que corresponde a las relaciones infantiles cuando
sufren el rechazo de los demás. Pero también es cierto, que niños con
TEA, y posteriormente siendo adultos, no sientan la necesidad de
relacionarse y tienden al aislamiento.
Otros, por el contrario, buscan sentirse
integrados en grupos sociales. A pesar de sus diferencias y del modo
distinto de ver y entender la vida, se busca la amistad y la compañía.
Es mi caso. Yo nunca he sido un asperger que ha querido estar solo y
siempre he querido tener amigos, habiendo sufrido el rechazo y la
indiferencia cuando no la agresión; tanto en la niñez como en la
adolescencia he padecido bullying, pero siendo adulto lo que he sentido ha sido el ghosting.
El ghosting es una manera de
decir que te consideran invisible, como a un fantasma, que te ignoran
cuando te encuentras en grupo. Estas actitudes se manifiestan en
comportamientos como que te miren y no te saluden o que les hables por
Whatsapp y el mensaje se quede en leído y por mucho que insistas no te
contesten. También es verdad que esto no solo les sucede a las personas
TEA. A veces es más frecuente en la sociedad de lo que parece. Pero para
los TEA es un dolor añadido, ante el que nos faltan estrategias de
superación.
Es lo que trato de exponer en estas
líneas; muchas personas con TEA, ante estas actitudes sociales sienten
un deterioro de su autoestima y sentimientos de soledad y marginación
social lo que genera angustia y miedo.
Algunos viven -y vivimos- acompañados de esta sensación de ghosting
todos los días, sentimos que hay gente que nos lee en Facebook y
Whatsapp y no contesta o bien, cuando pretendemos concertar una cita
solo obtenemos respuestas dilatorias
La autoestima de las personas con TEA,
independientemente de sus valores y capacidades, de sus logros
personales, académicos o profesionales y sobre todo por su dignidad, es
muy frágil. Y especialmente doloroso cuando la intuición te dice que lo
que se produce es un desprecio por considerar a las personas TEA como si
fueran algo molesto, incómodo o asexuado. Puedes hacer tu vida de
estudios o de profesión de modo relevante, o al menos tratando de ser
uno más de tu entorno, sin embargo cuando llega el momento de convivir
en sociedad, bien al concluir las ocupaciones de estudio o trabajo, y
pese a los intentos de superar las dificultades, el sentimiento es el de
ausencia, en definitiva de soledad y frustración. Inevitablemente, el
TEA supone una barrera que, en muchos casos, es difícil de superar.
No sé si es justa esta reflexión que
sigue, pero a veces sentimos que nos encontramos ante una discriminación
equiparable a otras basadas en las ocasionadas por racismo u homofobia.
Esto nos vuelve a situar ante una
perspectiva de futuro en la que el miedo a la soledad y a la marginación
social se convierta en nuestra realidad cotidiana. Perspectiva de
futuro que se acentúa ante lo que significa el paso del tiempo para
nuestro entorno familiar.
También, tenemos el peligro de querer
encontrar la relación social en la relación virtual de foros y
relaciones a través de internet. Y ahí la posibilidad de encontrar
ambientes aún más hostiles es mucho mayor. Algo que debemos tener muy en
cuenta para mantener el equilibrio necesario en nuestra vida, y superar
las frecuentes malas experiencias que se pueden encontrar en este medio
virtual.
No persigo con esta reflexión otra cosa
sino que sirva tanto para personas con TEA, como a los denominados
neurotípicos, para que seamos conscientes de nuestras diferencias y de
nuestros valores. Que todos, sin discriminación, nos comprendamos. Es
cierto que las actitudes que producen diferencias, discriminaciones y
marginación, no son privativas de las personas con TEA, pero para las
personas con TEA también reclamamos la misma sensibilidad social que
para enfrentar las discriminaciones por cuestiones de sexualidad,
religión, cultura o raza.
Mi deseo es que algún día, no lejano, no
se haga daño a las personas con TEA y se acepte a la gente,
cualesquiera que sean sus circunstancias psicofísicas o la discapacidad
que sufran, tal y como son y no se les deje en la soledad y en la
marginación por ser diferentes.
http://autismodiario.org/2016/01/25/el-asperger-y-la-soledad/
No hay comentarios:
Publicar un comentario