El mes de diciembre tiene sus días acaparados por fiestas religiosas. Desde la Navidad de los cristianos hasta el Jánuca judío, el eid al adha islamico o el Yule wiccano. En la zona europeomediterránea, la población está bombardeada por la publicidad que llama al consumo y a la celebración. Las personas no creyentes se ven desbordadas ante el fausto colorista: luces, colores, anuncios y demás parafernalia navideña. Los niños son quienes, confusos y sobreestimulados, reciben con mayor impacto estos mensajes.
Se preparan adornos, se cuentan leyendas. Se intercambian recetas para las cenas de Nochebuena y Nochevieja. El día de la festividad principal se prepara de modo solemne. Todo en la sociedad occidental y en parte de la sociedad oriental, está concebido y publicitado para que una familia media con recursos tenga una fiesta feliz y unas vacaciones seguras.
Pero hay quien siente pesadumbre. Ausencia de seres queridos, problemas críticos, enfermedades o situaciones caóticas. Entre estas personas se encuentran quienes integran entre sus miembros a un afectado por el Síndrome de Asperger.

El síndrome de Asperger

Hans Asperger, un psiquiatra austríaco, dio nombre a este síndrome. Durante la II Guerra Mundial recogió a varios sujetos afectados en su clínica, salvándolos de una muerte segura. Las personas que lo padecen son llamadas "ciegos sociales". Con un desarrollo mental bastante elevado, poseen un pensamiento y razonamiento predominantemente lógicos. Son amigos de las rutinas y enemigos de las sorpresas hasta que las entienden. Muy sensibles, sobre todo a los ruidos y a las luces.
Su psicomotricidad es mala y en su mente se desarrolla una gran inocencia. No reconocen las microseñales del rostro y no pueden tener empatía de modo natural, a pesar de que necesitan la compañía de sus iguales. Son sumamente cariñosos y atentos. Cuando ya están tratados, su empatía es igual o mayor que la de un "neurotípico", denominación con la que designan a las personas sin síndrome.

Vivir esos días sin dificultad

Muchos padres se asustan al ver que sus hijos pequeños no reaccionan cuando encuentran los regalos bajo el árbol. O cuando se ponen a llorar al encontrarse en un centro comercial lleno de ruidos y luces. Se sienten decepcionados o indignados cuando ese niño o esa pareja - adulto con asperger - no parece sentirse feliz con el regalo, sea de cumpleaños, Navidad o santo. Y pierden las ganas de preparar una celebración.
La sociedad ayuda a aumentar esa frustración eludiendo a la persona afectada y haciendo creer a quienes están en su entorno, unos incompetentes. Pero gracias a asociaciones como Aspali, se puede luchar por ellos y tener una esperanza para salir adelante.

¿Qué hacer, entonces?

Los familiares han de eliminar todas las ideas preconcebidas de sus mente. Lo mejor es no hacer caso del resto de los miembros de la sociedad que, en lugar de criticar, se deberían dedicar a resolver sus propios problemas. Seguro que los tienen. Las familias han de intentar ser felices y amar a sus hijos, parejas o hermanos con síndrome deAsperger.
Estas personas necesitan un "lazarillo" o alguien que sepa "ver" o enseñarles a interpretar la realidad. Se ha de hablar con ellos, explicarles sincera, positiva o negativamente, qué han de hacer y cómo pueden sentirse así como ayudarles a reconocer la alegría o la tristeza en su interior. Y no mentirles pues no se frustran si se les dice la verdad, por muy negativa que sea.
Es importante animarles a participar con pequeñas tareas que puedan ejecutar. Mejor alguna actividad en la que destaquen y les ayude a recibir la alabanza de sus seres queridos. Se les debe ilustrar acerca de la historia de los personajes de estas fiestas: decirles que fueron personas reales a los cuales se rememora con unas tradiciones. O simplemente pasar todos juntos unos buenos días de fiesta.

Aspectos a tener en cuenta

Los afectados por este síndrome necesitan saber con anterioridad lo que van a hacer aunque sea un caos o no se sepa con seguridad si dicho plan saldrá adelante. Se les ha de preparar. Las sorpresas también han de ser avisadas: "puede pasar algo, pero si no ocurre haremos esto otro". Lo encontrarán lógico.
Las fiestas no han de ser necesariamente una tragedia; cuando ellos aprendan en la primera ocasión de la reacción de los familiares al recibir los regalos, en la siguiente ellos los emocionarán con un rostro de asombro... Eso sí, reproduce exactamente los gestos del rostro de la persona que se ha convertido en su guía. Es posible que combine gestos. Porque su memoria es tan sorprendente como su capacidad de reconocer el más mínimo detalle. Esto enorgullecerá a todos.
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